martes, 22 de abril de 2014

La crítica nos tensa.





Criticar a los demás los tensa y nos tensa.

A veces, alguien nos hace algo y no nos gusta. No le decimos nada, y empezamos a criticar y a criticar a la persona, alimentando el resentimiento hacia ella.
Cada vez que criticamos, si nos observamos, veremos que tanto a nivel emocional como físico nos tensamos. No nos hacemos bien ni a nosotros mismos/as ni a la persona criticada.
Ni seguramente tampoco hacemos bien al entorno, puesto que nuestro estado de ánimo está convulso. Seguramente no somos ecológicos y después de criticar a alguien, además,  posiblemente reciban las consecuencias de ello la gente que está a nuestro alrededor, que no tiene nada que ver.

¿Qué hacer, pues?

Una posibilidad es hablar directamente con la persona y decirle, con mucho respeto y sobre todo cuidando las formas, la cosa, comentario o situación  que nos ha enfadado. Poner en práctica la asertividad.
Recordemos que si no cuidamos las formas seguramente activamos el orgullo del otro/a.

Cuando el orgullo está activado, la persona generalmente ya no escucha y se defiende (incluso con un tono agresivo). Nos volvemos reactivos, no actuamos libremente.

Otra opción, en lugar de criticar, es proponer otras maneras de hacer, de decir...
Si por ejemplo alguien hace algo que no me gusta, proponerle si lo puede hacer de otro modo.
Si nos paramos a pensar el tiempo que dedicamos a criticar a los demás, seguramente nos sorprenderemos, seguramente...

Y tu... ¿qué propones?




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